Comienzo escribiendo la canción inesperada; la regla que he de seguir en la desesperación; la letra que no encuentra resquemores en la razón, ni en mi corazón parchado.
¿Me dejarías abrazada a la lluvia?¿Me hablarías del sol alumbrando el universo, por muy pequeño que sea?¿Me contarías las hojas rojas del suelo?¿Seguirías las gotas de sangre que dejan mis pies en la niebla]?No te preocupes, no mancha. Se secó.
Pero, ¿a quién le estoy hablando?¿Acaso, él tampoco existe...?¡Vanidad!Tráelo de vuelta, que lo quiero hablándome de la belleza del mañana; que me confiese que ha vivido, y que el amor es una directriz que se enchuecó.
Que me diga que yo sí existo.
Entiendo que no hay salidas, comprendo que sí existe para tí una lógica, se que quieres decirme lo necesario; y que el viento no vendrá más; que se varó en la playa contigo a conversar sobre lo pésima que soy existir.¿Puedo, aunque sea, sentir el silencio con ustedes? Dime que mar hay que cruzar porque quiero hacerlo, yo no me canso, yo sigo las luces de la soledad, ¿tú tienes algún faro que me pueda iluminar?¿de qué color es?¿es lindo?...Acepto las vanguardias de la vida; yo soy una de ellas. ¿Puedo seguirte? No quiero evadir ni el silencio, ni los abrazos, ni las miradas, ni los ruidos, ni los colores, ni las sombras, ni los puñales, ni el mar, ni la locura, ni tus manos, ni tu llanto.
Dime, por favor, que yo no me se el camino; y no me quiero perder...de nuevo.
Llamas en el sendero, piedras cayendo y guitarras cantando el final. Veo que no saldré.
¿Quieres que me vaya sin tí? Por favor, ten cuidado, que las estrellas acostumbran a desaparecer en frente de los temerarios; se irán y te perderás. Yo no quiero que te lleves mi locura.